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Orientación laboral y servicios de empleo

En estos tiempos de gran desempleo la orientación laboral no ha sido ajena a los cambios y a las pequeñas y grandes convulsiones sociales y laborales. De un tiempo a esta parte los servicios de orientación laboral, siempre denostados y poco valorados, se han convertido en servicios con demanda.

Hasta ahora muchas personas no ‘necesitaban’ acudir a servicios de este tipo. Sólo necesitaban un empleo y si el servicio de orientación no lo tenía, si no intermediaba directamente, no le aportaba nada. Nos encontrábamos con aquello de “buscar empleo es algo que ya sé hacer yo”

Con las inasumibles cifras de desempleo convirtiendo el tema en el principal problema de España, y de otros muchos países, la demanda de servicios de apoyo en esta situación se ha disparado. Se demandan estos servicios a colegios profesionales, administraciones y otras entidades. Y no sólo se demandan servicios de orientación laboral como hasta ahora, también servicios concretos que incluyen coaching, asesoramiento personalizado, búsqueda de contactos, formación para el cambio profesional y otros que hace un tiempo no se mencionaban.

 Es este un síntoma más de como ha evolucionado el mercado de trabajo, en el que no sólo hay que ser un/una excelente profesional, también es necesario poner en juego competencias transversales para lograr una presencia de mercado, un posicionamiento que mantenga el nivel de ocupabilidad. En este sentido se han multiplicado las demandas de servicios de coaching, de recolocación, de desarrollo profesional, de acompañamiento en la búsqueda, etc.

 En contra de esta necesidad manifiesta, los servicios de orientación laboral han venido perdiendo apoyo en la administración pública. Más allá de su privatización o del modelo de colaboración público privado, que se dibuja presupuestariamente pero que se va concretando lenta y desigualmente, lo cierto es que mientras aumenta la necesidad y la demanda, disminuyen los servicios.

Es verdad que la oferta o disminución de estos servicios ha sido muy desigual pues cada comunidad autónoma y cada entidad ha tomado sus propias decisiones. Y también la justicia las ha tomado.

 En Galicia se suprimieron en su totalidad en 2012, pero se mantienen los servicios de orientación concertados con entidades, que en ciudades como Vigo, la de mayor número de personas desempleadas en el territorio gallego, suplen la ausencia de respuesta.

En cualquier caso no quería hablar aquí de los detalles de ese escenario desértico en el que se han convertido los servicios de promoción del empleo. Pero si quería mencionar como, en el marco de ese desierto, es necesario redoblar los esfuerzos para conseguir un mínimo de eficiencia. Y de como no lo estamos haciendo.

Hasta en la comunidad de El País ha podido verse hace un tiempo una queja-descripción de como un servicio puede degradarse hasta convertirse en inútil. Y lo que ahí se menciona, concertar una cita para dar una cita, no es nada raro, cuando menos en mi entorno particular.

Igual que suceden muchas cosas que podríamos hacer mejor (no citar a personas con distintos/as profesionales, no tratar los Itinerarios Personalizados de Inserción como una prestación, reclamar el espacio y el tiempo que se precisa…). O, sencillamente, tener una actitud un poco más proactiva. No es necesario ni exigible que sean las personas las que tengan que conocer todos los procesos en los servicios de orientación, en los servicios públicos de empleo. No parece razonable que una persona pierda la antigüedad en su demanda, clave para algunas prestaciones, porque no se le informa correctamente. Y esto es algo habitual.

Es momento de hacerlo mejor, de darle más sentido y eficiencia a los servicios que se dirigen a las personas en búsqueda de empleo. Y también es un buen momento para intentar vencer la tradicional desconexión con el mercado de trabajo, con los departamentos de RRHH y con la actividad económica en general. Y de decir aquello que no funciona, aquello que no se hace bien y que debe cambiar.

Incluso es momento de explicar bien qué hacemos y qué podemos hacer por las personas y por el empleo, como hace +Miguel Ángel Alonso en uno de sus últimos post. Y no sólo de decirlo, si no de demostrar que los servicios de orientación laboral son capaces de hacer que la búsqueda de empleo sea más fácil, eficiente y efectiva.

Pero sobre todo es momento de implicarse y contribuir a trasladar la idea de que el desempleo es un problema de todos en el que todos tenemos que aportar. Un problema que tiene solución y que no debemos aceptar en las cifras con las que convivimos. Es momento de seguir el ejemplo de las personas que no se rinden. Estamos, por tanto, ante un reto profesional. Y puede abordarse sin perder el sentido del humor, claro está 😉

Educación, formación y su relación con el empleo

Asistimos a tiempos de cambios profundos que sumados a la situación de crisis económica configuran un escenario social y económico muy inestable.

Es difícil prever como puede resultar el escenario de la actividad económica dentro de unos años: ¿Cuáles serán las necesidades concretas de las empresas? ¿Cuáles serán los aportes de valor de las personas? ¿Qué relaciones laborales tendremos? ¿Cuáles serán los elementos con mayor valor añadido? ¿Qué marcará la diferencia competitiva?…

En algunos casos podemos apuntar previsiones más o menos justificadas en función de lo que estamos viviendo: que el impacto de la tecnología será cada vez mayor y producirá cambios constantes, que el talento de las personas será el elemento diferencial en la actividad económica o que las competencias soft serán determinantes a la hora de mantenerse en el mercado de trabajo.

Sin embargo hay otras características que son ya evidentes pero que aún encuentran oposición o generan cierta duda. Estoy pensando en la relación cualificación / formación y posibilidades de trabajar, en la relación entre la educación y el empleo.

A pesar de que nuestros mayores nos han repetido que estudiar es la llave de un futuro mejor, siempre ha habido personas que se esfuerzan por demostrar lo contrario. El valor de la formación, del saber hacer y del esfuerzo que implican, no está lo suficientemente extendido.

De hecho la infravaloración de la formación adquirida es algo que en mi actividad profesional está muy presente. Me refiero a personas, incluido el personal técnico, que sostienen que es positivo rebajar el perfil formativo para poder trabajar, para optar a un empleo de menor categoría profesional.

Como bien demuestra mes tras mes German Diz en su blog, en el mercado laboral español la relación entre el nivel formativo y las posibilidades de conseguir o mantener un empleo son una evidencia. A mayor nivel formativo menos tasa de desempleo. En la última Epa las personas con FP o titulación universitaria padecen un 19% de desempleo frente al 53% que sufren las personas que tienen la Eso o menos. Además en el último trimestre se han perdido 239.300 empleos de personas que sólo tienen la Eso o menos frente a los 81.900 empleos que se han perdido entre quienes tienen una FP o un nivel superior.

Otros muchos informes respaldan esta idea, como un reciente estudio encargado por la Universidad de Vigo que mostraba como el 76% de sus titulados lograban mantener el empleo en unos años verdaderamente complicados, del 2007 al 2009.

En Europa pasa algo similar. El desempleo de las personas con baja cualificación duplica al de las personas con un nivel superior a secundaria y casi triplica al de las personas con los niveles competenciales más altos.

En USA acaban de bajar su tasa de desempleo. En los estados con menor tasa de personas licenciadas el desempleo es más alto y, obviamente, a menor  número de personas tituladas, mayor número de personas desempleadas. Como dijo Obama en su discurso a la nación en 2012, en los próximos años casi la mitad de los empleos que se generen precisarán educación superior. Y así parece que está sucediendo.

Ante tanta evidencia no parece que tratar de abandonar o esconder las titulaciones universitarias, la formación específica y cualificada, sea el mejor de los pasos para acercarse al empleo.

Los problemas son otros y estas decisiones no nos llevan más que a competir por el 15% de las ofertas de empleo, el pedazo de tarta más pequeño, como se señala en el cuadro que encabeza el texto y que fue publicado hace ya años por el Cedefop. Los problemas son otros, numerosos y complejos, pero otros. Y parece que redefinir lo que ofrecemos, el como lo ofrecemos y a quien se lo ofrecemos puede ser una respuesta más efectiva en este nuevo mercado laboral.

All work and all play – subtitulado en español from Box1824 on Vimeo.