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La formación si cuenta: Es clave

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Antes de mis vacaciones veraniegas estuve conversando en la red sobre un tema para mi recurrente: el papel de los títulos y de la formación a la hora de conseguir un empleo. Y, la verdad, es un tema del que me encanta hablar. Me gusta dejar muy claro cuál es el papel de la formación y de las titulaciones frente a quienes parecen infravalorarlas.

En este caso la cuestión me surgió en una pregunta en Quora. Pero también coincidió con la apuesta de Linkedin para etiquetar los empleos con las competencias. Esta apuesta se ha concretado en lo que se conoce como Skills Genome y permite un análisis más detallado de la demanda laboral. La idea es contar con un banco de competencias que los empleadores añaden a las demandas laborales en Linkedin. Con esos datos, con esas competencias, Linkedin puede establecer con mayor concrección y dinamismo las demandas de “saber hacer” del mercado de trabajo. Y, además, puede hacerlo de forma predictiva, por territorio, por sectores…

No creo que a nadie se le escapen las posibilidades de una herramienta de este tipo. Las utilidades para, por ejemplo, predecir las demandas profesionales en un sector o en un territorio pueden permitir muchas planificaciones. Desde las que hacen los proveedores de formación para lograr una oferta más ajustada a la demanda, hasta las que pueden hacer las administraciones en la búsqueda de desarrollo económico y de empleo.

Formación y competencias

Pero el peso que las competencias van logrando en el mercado laboral no sustituye al papel que juega la formación superior y la Formación Profesional. Y el hecho de que a veces pueda parecer que determinadas competencias tienen más peso que una titulación no debería hacernos dudar sobre el papel de cada cosa.

Es imposible tener algunas competencias (técnicas específicas o transversales) sin contar con una formación previa. Además, muchas competencias no pueden adquirirse sin contar con un determinado nivel formativo. A mayor formación, más capacidad de adaptación. Y esta, la capacidad de adaptación, es de las más demandadas en el mercado laboral tal y como vienen señalando distintos estudios e informes (por ejemplo el de Manpower de 2016 o el del año pasado del Sepe ).

Así que, aunque tengamos muy en cuenta las competencias, no olvidemos que estas van ligadas específicamente a la formación y a las titulaciones. Y así lo demuestra el mercado laboral.

Formación y empleo

Se insiste en que el 30% de los universitarios no tiene empleo. Pero a mi me gusta señalar el otro lado de la estadística: el 70% si lo tiene. Y este es uno de nuestros mejores datos en términos de empleo. De hecho los universitarios son los únicos con una tasa de desempleo por debajo del 10%. Es mucho más alta que la de otros países de nuestro entorno (el doble que la europea) pero, con todo, la más baja de todas.

El desempleo lo protagonizan las personas que tienen una formación menor de la media o una formación media no especializada (Bachillerato, por ejemplo). Aquí, en España, y en el resto de países. Aunque también podemos decirlo de otra manera. Las posibilidades de trabajar aumentan de forma exponencial en la medida que sube el nivel formativo. Estudiar, formarse, es lo mejor que podemos hacer para contar con opciones de empleo:

TASA DE EMPLEO SEGÚN NIVELES DE EDUCACIÓN.
2018. Elaboración propia con datos INE:. https://www.ine.es/jaxiT3/Datos.htm?t=10889

Esto es coherente con todas las predicciones que se habían hecho hasta ahora. La del Cedefop, la que yo suelo utilizar, hace años que anticipaba cómo el mercado laboral se iba haciendo más exigente y las profesiones de más baja cualificación iban ocupando un espacio menor en el mercado de trabajo. En muchos casos no se trata de que desaparezcan profesiones sino de que estas se hacen más complejas o exigentes en términos de cualificación. Hablando más claro, hace años ser camarero/a era mucho más fácil que ahora, exigía menos competencias.

Los datos actualizados siguen la misma linea. El mercado laboral exige cualificación. Y, añadiría, esa capacidad de adaptación que mencionaba antes, algo que da la formación. Nuevamente, a más formación mayor capacidad de adaptación.

Esa idea es la que permite entender con mayor facilidad por qué entre el 2007 y 2013, los años más negros para el empleo en España, más de la mitad de los trabajadores que no habían superado la educación primaria perdieron su empleo. En cambio el número de empleados con estudios superiores aumento en un 2%.

Además, con formación no solo el desempleo es más bajo y las tasas de ocupación más altas. También se encuentra empleo antes. Así lo demuestran los datos del empleo juvenil en todo el planeta. Los jóvenes, a más formación, menos tiempo inactivos

Fuente: OIT.

En conclusión, que nadie nos lleve a engaño, la educación y la formación son la clave para lograr empleo y desarrollo profesional. Y para poder tener una vida plena. No es una garantía, pero si una condición indispensable.

Orientación laboral y servicios de empleo

En estos tiempos de gran desempleo la orientación laboral no ha sido ajena a los cambios y a las pequeñas y grandes convulsiones sociales y laborales. De un tiempo a esta parte los servicios de orientación laboral, siempre denostados y poco valorados, se han convertido en servicios con demanda.

Hasta ahora muchas personas no ‘necesitaban’ acudir a servicios de este tipo. Sólo necesitaban un empleo y si el servicio de orientación no lo tenía, si no intermediaba directamente, no le aportaba nada. Nos encontrábamos con aquello de “buscar empleo es algo que ya sé hacer yo”

Con las inasumibles cifras de desempleo convirtiendo el tema en el principal problema de España, y de otros muchos países, la demanda de servicios de apoyo en esta situación se ha disparado. Se demandan estos servicios a colegios profesionales, administraciones y otras entidades. Y no sólo se demandan servicios de orientación laboral como hasta ahora, también servicios concretos que incluyen coaching, asesoramiento personalizado, búsqueda de contactos, formación para el cambio profesional y otros que hace un tiempo no se mencionaban.

 Es este un síntoma más de como ha evolucionado el mercado de trabajo, en el que no sólo hay que ser un/una excelente profesional, también es necesario poner en juego competencias transversales para lograr una presencia de mercado, un posicionamiento que mantenga el nivel de ocupabilidad. En este sentido se han multiplicado las demandas de servicios de coaching, de recolocación, de desarrollo profesional, de acompañamiento en la búsqueda, etc.

 En contra de esta necesidad manifiesta, los servicios de orientación laboral han venido perdiendo apoyo en la administración pública. Más allá de su privatización o del modelo de colaboración público privado, que se dibuja presupuestariamente pero que se va concretando lenta y desigualmente, lo cierto es que mientras aumenta la necesidad y la demanda, disminuyen los servicios.

Es verdad que la oferta o disminución de estos servicios ha sido muy desigual pues cada comunidad autónoma y cada entidad ha tomado sus propias decisiones. Y también la justicia las ha tomado.

 En Galicia se suprimieron en su totalidad en 2012, pero se mantienen los servicios de orientación concertados con entidades, que en ciudades como Vigo, la de mayor número de personas desempleadas en el territorio gallego, suplen la ausencia de respuesta.

En cualquier caso no quería hablar aquí de los detalles de ese escenario desértico en el que se han convertido los servicios de promoción del empleo. Pero si quería mencionar como, en el marco de ese desierto, es necesario redoblar los esfuerzos para conseguir un mínimo de eficiencia. Y de como no lo estamos haciendo.

Hasta en la comunidad de El País ha podido verse hace un tiempo una queja-descripción de como un servicio puede degradarse hasta convertirse en inútil. Y lo que ahí se menciona, concertar una cita para dar una cita, no es nada raro, cuando menos en mi entorno particular.

Igual que suceden muchas cosas que podríamos hacer mejor (no citar a personas con distintos/as profesionales, no tratar los Itinerarios Personalizados de Inserción como una prestación, reclamar el espacio y el tiempo que se precisa…). O, sencillamente, tener una actitud un poco más proactiva. No es necesario ni exigible que sean las personas las que tengan que conocer todos los procesos en los servicios de orientación, en los servicios públicos de empleo. No parece razonable que una persona pierda la antigüedad en su demanda, clave para algunas prestaciones, porque no se le informa correctamente. Y esto es algo habitual.

Es momento de hacerlo mejor, de darle más sentido y eficiencia a los servicios que se dirigen a las personas en búsqueda de empleo. Y también es un buen momento para intentar vencer la tradicional desconexión con el mercado de trabajo, con los departamentos de RRHH y con la actividad económica en general. Y de decir aquello que no funciona, aquello que no se hace bien y que debe cambiar.

Incluso es momento de explicar bien qué hacemos y qué podemos hacer por las personas y por el empleo, como hace +Miguel Ángel Alonso en uno de sus últimos post. Y no sólo de decirlo, si no de demostrar que los servicios de orientación laboral son capaces de hacer que la búsqueda de empleo sea más fácil, eficiente y efectiva.

Pero sobre todo es momento de implicarse y contribuir a trasladar la idea de que el desempleo es un problema de todos en el que todos tenemos que aportar. Un problema que tiene solución y que no debemos aceptar en las cifras con las que convivimos. Es momento de seguir el ejemplo de las personas que no se rinden. Estamos, por tanto, ante un reto profesional. Y puede abordarse sin perder el sentido del humor, claro está 😉