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La dimensión local de las políticas de empleo

En estos dos últimos años se han aprobado dos leyes que son fundamentales en mi trabajo y, en general, en lo que refiere al empleo y la formación. Una es la Ley de Empleo y la otra la Ley de la FP. Dos leyes muy ambiciosas que precisarán de un gran desarrollo en muchos de sus puntos.

Las dos (una y otra) han sido ya comentadas en este espacio y cuentan con muchos puntos clave que podrían ser objeto de comentario específico. De entre todos ellos hay uno en la Ley de Empleo que me parece especialmente importante y que quería mencionar brevemente a modo de reseña de vuelta a la actividad (aunque estemos ya en octubre) tras este tórrido verano (en Galicia especialmente en el mar, algo nunca visto).

El punto al que me refiero es el artículo de la Ley de Empleo en el que se señala la posibilidad de concretar la dimensión local de las políticas de empleo. Se trata del artículo 7 titulado Dimensión autonómica y local de la política de empleo que en su punto 3 especifica las opciones para concretar la dimensión local de las políticas de empleo.

3. Corresponde a las Corporaciones Locales, en el marco de sus competencias, la colaboración y cooperación con las demás administraciones para el logro de los objetivos del artículo 4 y demás contenidos en la legislación de referencia, siendo de especial relevancia el desarrollo de la dimensión local de la política de empleo.

Los servicios públicos de empleo de las Comunidades Autónomas, en ejecución de los servicios y programas de políticas activas de empleo, podrán establecer los mecanismos de colaboración oportunos con las entidades locales.

Se reconoce la singularidad institucional de las Corporaciones Locales en la puesta en marcha y desarrollo de las políticas de empleo, que se articulará a través del principio de cooperación y de convenios con otras Administraciones.

Las entidades locales podrán participar en el proceso de concertación territorial de las políticas activas de empleo, mediante su representación y participación en los órganos de participación institucional de ámbito autonómico que cada Comunidad Autónoma decida en ejercicio de su competencia.

Los servicios públicos de empleo de las Comunidades Autónomas serán los responsables de trasladar al marco del Sistema Nacional de Empleo la dimensión territorial de las políticas activas de empleo y de determinar la representación de las entidades locales en los órganos de participación institucional de ámbito autonómico. 

Como se ve, hay dos opciones principales para concretar la dimensión local de las políticas de empleo. Una primera, el establecimiento de convenios entre administraciones. Una segunda, la que quiero señalar, la posibilidad de creación de órganos territoriales en los que participen las entidades locales.

La concreción de la dimensión local

Esta concreción de la dimensión local en el marco normativo de la Ley de Empleo no es nueva. Estos párrafos estaban casi literalmente en la ley anterior. No estamos ante algo novedoso en lo normativo ni en el concepto ni en el objetivo que esta dimensión local persigue. Hablamos de una reclamación histórica de muchos ayuntamientos, mancomunidades y otras entidades locales que, de hecho, en esta articulación en la Ley de Empleo, podríamos considerar demasiado tímida.

Lo que sería novedoso es que tras todos estos años pudiera concretarse y desde las políticas de empleo se pudiera responder a las características específicas de un territorio: perfil de las personas (con especial atención a las que están en desempleo), características de las empresas y de la actividad económica del entorno concreto, geografía, transporte…

A este proceso de concreción de la dimensión local del empleo se le ha llamado, en algunos momentos, la segunda transición ya que estaríamos hablando del siguiente paso en la transferencia de competencias en algunas áreas, en este caso en la de las políticas de empleo. Estas competencias que en su día fueron transferidas del estado a las comunidades autónomas darían un paso más en su concreción buscando, como en el primero, mayor efectividad.

Pero, por ahora, esta idea no está sobre la mesa. Es verdad que existen experiencias más o menos desarrolladas de concreción de las políticas de empleo en áreas urbanas, especialmente en las grandes ciudades como Barcelona. Pero no se ha ido mucho más allá de establecer acuerdos y subvenciones para medidas concretas. Y esto es, en mi opinión, una debilidad.

También hay otras experiencias de municipalidades que han concretado acuerdos con las CCAA para operativizar determinadas medidas o acciones de promoción del empleo. Pero, con todo, esta idea que señala la ley ha sido más una reclamación, un deseo o una propuesta que una realidad en sí mismo.

¿ Por qué concretar la dimensión local de las políticas de empleo ?

Ahora, en el marco de esta nueva Ley de Empleo, parece un muy buen momento para plantearse pasos adelante y tratar de conseguir políticas de empleo que se ajusten más y mejor al lugar y a las personas a las que se dirigen. Y, por su puesto, que tenga en cuenta el papel clave de las administraciones locales y otras entidades y organismos de carácter local: organizaciones empresariales, educativas, entidades del tercer sector…

El objetivo en un primer momento es lograr una mayor efectividad en las políticas de empleo y, en definitiva, de la inversión de dinero público.

En el Reino Unido, en donde las políticas de empleo están mucho más centralizadas que las nuestras, se plantean y se prueban experiencias locales como respuesta a la escasez de mano de obra que padecen. Allí hace años que sus estudios muestran que cada zona tiene un mercado laboral único -basado en el crecimiento del empleo, los niveles de cualificación, el desempleo, la inactividad y las tasas de vacantes-, por lo que un enfoque sin las entidades locales, impide la puesta en marcha de acciones capaces de mejorar las cualificaciones y garantizar una mayor igualdad de oportunidades y una mejor respuesta a las necesidades de las personas, las empresas y los distintos empleadores.

¿ Cómo concretar esta dimensión local de las políticas de empleo ?

Pues muy fécilmente, estableciendo acuerdos marco para poder implementar medidas y actuaciones concretas de dinamización económica y promoción del empleo. Con un propuesto plurianual y un equipo de gestión. En este grupo de gestión podrían participar las entidades locales junto a las autonómicas y cualquier otra que se considere de interés (mancomunidades, diputaciones…). Al equipo podrían incorporarse de forma más concreta y directa la representación de empresas, entidades y personas del territorio correspondiente.

Ahora que contamos con la Red (20) de Centros de innovación Emprendimiento, Acompañamiento e innovación para el Empleo, estos podrían ser los promotores de marcos territoriales en los que poner en marcha estas propuestas, apoyarlas supervisarlas y evaluarlas buscando la mejora, eficiencia y la eficacia.

Igual soy un poco simple, pero a mí no me parece tan difícil…

Salud mental y empleo

Salud mental

Un tristísimo suceso, demoledor, protagonizó las conversaciones y el ánimo de mi entorno más inmediato a principios de verano. No se hablaba de otra cosa. En un ayuntamiento de mi comarca un niño de tres años murió en un coche después de que su madre se olvidara de llevarlo a la escuela infantil, como hacía todos los días de forma automática. Sí, en la comarca el dolor fue insufrible y pensar en el niño y en su madre inevitable. Pensar en la madre es de esas cosas tan dolorosas que uno procura sacarlas de su cabeza

En las conversaciones sobre el suceso se hablaba mucho de cómo pudo pasar. Un tema complicado a la par que delicado. No quiero hablar mucho de ello. Pero es que, en mi caso, y de ahí que haya mencionado el suceso, me resulta imposible no pensar en el trabajo y en el papel que juega en nuestras vidas. Con ello no quiero apuntar ninguna explicación ni aventurarme a nada que no corresponda con este blog. Solo volver a señalar el papel a veces enfermizo que el trabajo tiene en nuestros días.

Y es que en sucesos como este (otro caso similar ha tenido lugar en Portugal estos días) mi pensamiento se va, a mayores de al señalado dolor, al papel que el trabajo juega en nuestra vidas: ¿Cuánto ocupa nuestras mentes? ¿Cuánto condiciona nuestro comportamiento? ¿Cuánto afecta a nuestra vida en general? ¿Cuánto nos condiciona en nuestro carácter o en cómo nos relacionamos con familia y amigos? ¿Cuánto nos afecta emocionalmente? ¿Cuánto está influyendo en nuestra salud mental?

Salud mental y empleo: situación

Hace muchos años que investigaciones, estudios y expertos hablan de la importancia clave de tener trabajo para la salud mental, especialmente en colectivos con más dificultades. Pero, en mi opinión, se habla poco de lo que el trabajo contribuye a la erosión de la salud mental de las personas. Sí hay trabajos que hablan del impacto de la precariedad y de otras situaciones en la salud mental pero los datos no parecen mostrar que estemos actuando en consecuencia. Ni siquiera que estemos dándole la importancia que tiene.

La salud mental es un componente esencial de nuestro bienestar general y su importancia se ha vuelto cada vez más evidente en el contexto laboral. En España, como en muchos otros países, la relación entre salud mental y trabajo es un tema crucial que requiere atención y acción. Un problema que enfrentan trabajadores y empresas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la depresión y la ansiedad son dos de las principales causas de discapacidad en el mundo. En España, los datos disponibles respaldan esta preocupación. Algunos estudios señalan a un 29% de la población española afirmando haber experimentado síntomas de ansiedad y 5 de cada 100 personas están diagnosticadas con depresión.

La pandemia contribuyó negativamente pero no parece que fuera el momento más problemático. En mayo de este año 2023 se registró el mayor número de bajas laborales por “trastornos mentales” en datos del INSS, bajas que se han duplicado desde el año 2016.

Estos datos no se ven contrarrestados con recursos proporcionales a la dimensión del problema. Es cierto, creo yo, que hay más visibilización de esta realidad en el ámbito de la prevención de riesgos. Pero no es menos cierto que los recursos y las respuestas que damos a la situación siguen siendo insuficientes.

En España hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes frente a los 18 de media de la UE. Y las intervenciones de los organismos y organizaciones competentes en el ámbito de la prevención de riesgos laborales así como las posibilidades de denuncia e intervención no son fáciles, por decirlo de forma rápida.

Ya no es un problema de solo unos determinados empleos

A pesar de que hay trabajaos especialmente dañinos para la salud física y mental, normalmente feminizados y precarizados, la realidad es que los trabajos tóxicos no son una anécdota ni algo que se dé en una actividad concreta o en un entorno específico. Están extendidos por todo el mercado laboral y en todos los países de tal forma que hasta muchas de sus características las hemos normalizado y aceptado. 

Lo mismo sucede en las ofertas de empleo. De la misma forma en la que normalizamos discriminaciones que ahora tratamos de superar y empiezan a parecernos aberraciones (edad, origen geográfico, sexo…) hoy aceptamos ofertas de empleo que incluyen requisitos como Trabajar bien bajo presión, Manejar bien el estrés u otros eufemismos completamente rechazables. Es más, ese lenguaje en las ofertas es una señal de alerta que nos avisa que ni la oferta ni la compañía es recomendable si queremos proteger nuestra salud mental

Todas estas cifras de bajas se traducen en un alto número de trabajadores que luchan con problemas de salud mental mientras cumplen con sus responsabilidades laborales. De hecho el riesgo de sufrir acoso laboral es muy alto, tal y como muchas informaciones y estudios nos señalan, con las obvias consecuencias para nuestra salud mental.

En este contexto la salud mental es también un problema de gestión en las pequeñas y medianas empresas. Para una pequeña organización suele ser difícil enfrentarse a situaciones para las que casi nunca tienen recursos. Por ejemplo, en una pequeña empresa situaciones como que una persona quiera trabajar sin estar en condiciones de producir o que el hecho de que trabaje genere problemas con otros miembros del equipo, puede conllevar un problema de gestión para el que no cuentan con recursos ni conocimientos suficientes

Factores que contribuyen a los problemas de salud mental

Varios factores contribuyen a la prevalencia de problemas de salud mental en el entorno laboral español. Entre ellos yo mencionaría:

  • La señalada precariedad laboral: La inestabilidad en el empleo, la temporalidad y la falta de seguridad laboral pueden generar una gran ansiedad. En España el miedo a no tener trabajo es especial y tradicionalmente alto. Las preocupaciones sobre la pérdida de empleo y la dificultad para encontrar otro pueden ser desencadenantes de trastornos mentales.
  • Carga de trabajo: El aumento de la carga de trabajo y las expectativas poco realistas pueden llevar al agotamiento y al estrés. La presión constante por cumplir con plazos ajustados y mantener altos niveles de productividad puede tener un impacto negativo en la salud mental.
  • Estigma: A pesar de los avances en la comprensión de la salud mental, persiste un estigma en torno a los problemas psicológicos en el lugar de trabajo. Esto puede llevar a que los trabajadores eviten buscar ayuda por miedo a ser juzgados o estigmatizados.
  • El acoso laboral: También señalado antes, está tremendamente extendido y muchísimas personas viven con el miedo y la ansiedad que estas situaciones producen. Inaceptable.

Qué podemos hacer

Como decía, es verdad que el problema de la salud mental en relación al trabajo está cada vez más presente, pero las medidas siguen siendo insuficientes. Incluso la información que manejamos precisa de análisis más específicos desde una perspectiva de género, de contextualización territorial, de edad…

Algunas iniciativas que parecen imprescindibles, que empiezan a verse pero que, insisto, en mi opinión siguen siendo insuficientes, pueden ser:

La salud mental en el trabajo es un desafío importante en España, como en muchos otros lugares. La pandemia de COVID-19 ha intensificado esta problemática, pero también ha impulsado un mayor reconocimiento de su importancia. La necesidad de nuevas medidas para enfrentar el problema y lograr un entorno laboral más saludable está fuera de toda duda. Y será necesario que empresas, trabajadores (podemos hacer muchísimo por mejorar nuestros entornos laborales) y administración trabajen para mejorar la situación y apoyen a quienes padecen problemas de salud mental. La inversión en este ámbito mejorará nuestra salud y beneficiará a las empresas y a la sociedad en su conjunto. Es hora de dar prioridad a la salud mental en el trabajo y construir un futuro laboral más saludable.

Formación: Participación y oferta

Fuente: Ministerio de Educación y Formación Profesional

En este primer semestre del año me han llamado mucho la atención algunos datos de la formación en España. Concretamente algunos que refieren a la participación y a la inversión.

La imagen que encabeza está sacada del Informe de Cifras y Datos que elabora el Ministerio de Educación y Formación Profesional y refleja un dato básico: la inversión en educación.

Este dato de la inversión es, obviamente, el primero y más importante. Y es para celebrar que nuestra inversión en educación haya ido en aumento en los últimos años. Pero hay otros datos que me han sorprendido, los que refieren a la participación de la población adulta en actividades formativas.

Participación a la baja

Según este Primer informe sobre Formación Profesional y para el Empleo en España, elaborado por Juan María Menéndez – Valdés, el número de personas que finalizan acciones de Formación Profesional dirigida a personas en desempleo viene descendiendo (de forma irregular), al igual que lo hace el número de acciones que se ofertan. O sea, diminuyen las posibilidades de formarse y las personas que se forman.

¿ Sabías que en España sólo un 14,4% de la población entre 24 y 65 años cursa alguna actividad formativa ? A mí me ha parecido poquísimo. O quizá no lo sea porque es verdad que hay un buen número de países de nuestro entorno con datos similares o peores.

Si nos vamos al dato concreto de las personas que trabajan sólo (a mi entender) una media del 16% de personas que trabajan cursan formación.

No es la primera vez que hablamos en este blog de las necesidades de hacer cambios en la oferta formativa, especialmente cambios que la lleven a tener más flexibilidad y más posibilidades de combinación con el empleo. No voy a añadir nada al respecto, porque quiero comentar otros datos, pero estas cuestiones ( y las jornadas laborales y las facilidades de acceso y…) son temas en los que precisamos seguir dando pasos adelante. Veremos si la nueva Ordenación del Sistema de Formación Profesional que nos viene, que ya cuenta con un calendario de puesta en marcha, aporta algo sobre esto.

¿ Quienes son los peor parados ?

Mientras, la cuestión es que nos enfrentamos a un escenario en el que la falta de participación en actividades formativas afecta en mayor medida a quienes tienen un nivel de competencias más bajo. Es lo que ha venido en llamarse <<la trampa de las bajas cualificaciones>>, una situación en la que las personas se ven atrapadas ante la imposibilidad de mejorar esas competencias en nuevas actividades formativas, a veces por la urgencia de su situación, a veces porque la falta de algunas competencias de mayor nivel se lo impiden.

De hecho de ese 14,4% de personas entre 25 y 65 años que participa en acciones de formación el 23% tiene estudios superiores y solo un 5% tiene nivel de educación secundaria, primera etapa o inferior.

Y, claro, esto tienen consecuencias, en España y en el marco europeo. El 20% de la población de la UE en edad de trabajar tiene escasos conocimientos de lectura, escritura y cálculo. Y el 25% de los adultos carece de las competencias necesarias para hacer un uso eficaz de las TIC. Si pensamos en la relación entre las competencias y el empleo, si pensamos en que la única forma de mejorar en el empleo (la empleabilidad, que decimos) es a través de la educación y la formación, es evidente que un porcentaje muy alto de las personas son tremendamente frágiles en el mercado de trabajo. Si no cambiamos estos datos, la solución al problema del desempleo en países como España será realmente complicada.

¿ Qué hacer ?

En este sentido, en la linea del esfuerzo que se viene realizado en los últimos años, se impone seguir reduciendo la tasa de abandono escolar. Pero también se impone, por lo dicho, que será preciso ofertar formación de competencias bajas y muchísimas opciones de completar las competencias de partida de una buen número de personas entre los 24 y los 65 años.

A esto habrá que añadir que seguimos precisando cambiar la oferta formativa dirigida específicamente a mujeres, tanto en términos de contenidos como en lo que refiere a la flexibilidad o al calendario. Asistimos a un escenario en el que las mujeres empiezan a equilibrar su presencia en las actividades formativas (especialmente las que tienen categorías profesionales más altas) pero en el que las actividades formativas con presencia mayoritaria de mujeres siguen siendo las de cuidados personales y atención sociosanitaria.

Estamos en el año Europeo de las Capacidades, el European Year of Skills que desde hace unos meses cuenta con su propia web. Esta celebración pretende impulsar algunos de los objetivos sociales de la UE para 2030 como que al menos el 60 % de los adultos participe en actividades de formación cada año. Es momento, por tanto, para nuevas medidas que fomenten la participación de las personas atrapadas en competencias básicas y empleos precarios así como tratar de cambiar las tasas de feminización de las profesiones que condenan a muchas mujeres a tener menos oportunidades de empleo.