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Propuestas para el cambio en las políticas activas de empleo

Empleo y sociedad

El blog de Xosé Cuns

El trabajo por una sociedad más justa, equitativa e inclusiva me parece uno de los objetivos más loables y necesarios de la vida de una persona. Por eso siempre he admirado a todas aquellas personas que se implican, que dan su tiempo, su saber hacer y sus vidas por causas sociales, por mejorar el entorno en el que viven y la vida de quienes les rodean.

Entre estas personas destaco desde hace tiempo a Xosé Cuns Traba, un referente de la inclusión social en Galicia y en España. Y para mi, “el referente”.

Con él he aprendido mucho de cómo enfrentar problemas sociales sin perder una visión técnica. Los dos coincidimos en la necesidad de enfrentar problemas como el empleo o la inclusión desde un punto de vista técnico, sin perder el objetivo político o social. Como a él le gusta decir, trabajamos con criterios técnicos para lograr incidencia política. Un verdadero ejemplo de compromiso y de capacidad profesional.

Hace unas semanas Xosé Cuns me invitó a hacer unas propuestas para las políticas activas de empleo. Sabe que esto me gusta y no podía negarme. También conoce mi tendencia natural a extenderme e intentar “decirlo todo”. Así que tras un buen trabajo de análisis y de recorte, de limpiar el grano de la paja, ha publicado un texto que recoge diez puntos de las Políticas de Empleo que podrían y deberían mejorarse.

Desde nuestro punto de vista con ellos ganaríamos en eficiencia y en eficacia en cómo nos gastamos el dinero en la lucha contra el desempleo. Y también se alcanzaría una mayor participación de las personas, lo que no es un objetivo menor. Precisamos hacerlo mejor, pero también hacer más, llegar a más. La formación u otras actividades aún son insuficientes, a pesar de que en algunos casos no es fácil completar participantes. Pero esa contradición no es más que un problema de ajuste que puede solucionarse o, cuando menos, reducirse.

Debemos llegar a más personas para que mejoren su ocupabilidad en términos de competencias o de acercamiento al mercado de trabajo. Creemos que algunas de las propuestas, además, son bien fáciles de poner en marcha. Como en todo, solo hay que querer hacerlo.

En este enlace el artículo en el blog de Xosé Cuns.

La cocina, la educación y la sociedad digital

La cocina, la educación y la sociedad digitalLa primera vez que escuché situar a la cocina como un ejemplo de actividad que sabe adaptarse al nuevo escenario de la economía digital fue al gran Genís Roca. Desde esa he debatido sobre el tema en muchas ocasiones. Soy uno de los muchos que ven en la cocina un ejemplo de cómo desarrollarse en el nuevo entorno de la sociedad digital. De hecho es un ejemplo al que suelo recurrir en talleres, exposiciones y demás trabajos grupales. Y últimamente, cuando lo comento, no hago más que reafirmarme.

Suelo utilizar el tema de la cocina para comparar su situación con la de otras actividades o sectores. Hace unos meses lo hacía en unos talleres con un grupo de docentes. Con ellos planteábamos la pregunta que ahora en septiembre me vuelvo a cuestionar: ¿ Podemos imaginarnos que la educación fuera hoy similar a la cocina ? ¿ Qué significaría eso ?

Si algo caracteriza a la cocina es que no está relegada a la parte trasera de un restaurante. Hoy la cocina está en la red de todas las formas imaginables. Tenemos recetarios, publicaciones, una inmensa cantidad de blogs de todo tipo, desde profesionales a influyentes aficionados, cocineros accesibles en las redes, eventos, debates, empresas… Una intensa proyección digital que no se ha centrado en los miedos y/o en los peligros de la era de la hiperconectividad.

Todo lo contrario. La actividad de la cocina se ha venido centrando en la creatividad y en compartir. No solo se comparten y se reinventan las recetas. La cocina se caracteriza en los últimos años por su difusión y por su colaboración. Muchísimos profesionales participan de forma conjunta en multitud de eventos. Una gran cantidad de ellos se agrupan, trabajan en equipo o colaboran de alguna manera.

Con todo, en la sociedad en general se ha hecho muy presente la temática de la cocina. Muchas más personas disfrutan de eventos relacionados de ella. Los cocineros se han instalado en el reconocimiento social. De la misma forma que casi cualquiera puede citar a un futbolista o a un director de cine, puede citar a algún cocinero de éxito. Es más, no creo que sea atrevido afirmar que en el mundo el más conocido de nuestros profesionales (fuera del ámbito deportivo) es un cocinero. Y ello porque ha hecho de la creatividad, del cambio y del movimiento, la idea central de un trabajo intenso.

La cocina cuenta con un un sin fin de publicaciones. Tiene su propio y exitoso canal de televisión. No conozco cifras de televidentes, pero todo el mundo lo conoce y está integrado en casi todas las ofertas televisivas. En mi entorno hay un buen número de personas comprando moldes para trabajar el chocolate o experimentando con recetas del canal de televisión. Y a esto se le pueden sumar muchos seguidores de distintos concursos y propuestas de telerealidad en los canales generalistas. Además, nuevas aplicaciones multiplican las posibilidades de que particulares ofrezcan experiencias culinarias fuera de los canales tradicionales.

Volvamos ahora a la pregunta del principio. ¿ Podemos imaginarnos así a la educación ?

Estaríamos hablando de una actividad que se desarrollaría más allá de las paredes en las que habitualmente la encerramos. Y no solo eso. También sería una actividad que tendría a la participación y a la cooperación como protagonistas.

La sociedad en general participaría de la temática y eso no significaría que se pierda el valor de los profesionales. Tengo mi opinión sobre un plato de Arzak. Incluso puedo intentarlo en mi casa. Pero yo no soy Arzak. Es decir, cada persona asumiría su papel en relación a la educación pero con sentido participativo y crítico. Y los referentes serían conocidos y podríamos citar a alguien en este campo que no fuera el/la Ministro/a de turno ¿ Alguien puede citar un solo maestro o pedagogo con reconocimiento social ?

Los docentes se juntarían en eventos a los que acudiría el público en general. Podrías escuchar a profesionales de referencia, participar de experiencias, debatirlas en la red, contrastarlas en tu entorno habitual, escribir sobre ellas…  Y todo se haría partiendo de la idea de colaborar, compartir, crear, no en la de mantener un falso status profesional, no en la de atacar a un profesorado al que no sé por qué no valoramos cuando se hacen cosas excelentes.

Habría programas televisivos hablando de educación (no la escasísima oferta actual), concursos con actividades y proyectos educativos. Las familias y la sociedad en general serían partícipes de estos programas. De la misma forma hablarían sobre la actividad educativa en sus blogs o en los blogs de los profesionales que tuvieran de referencia. Especialmente con los profesionales de los centros educativos de su zona. Participarían de la actividad de estos centros, conocerían al personal y pasarían por allí habitualmente, igual que lo hacen por los bares de su entorno.

La escuela les parecería un lugar abierto en el que pueden participar, les generaría un sentimiento de pertenencia. Un lugar en el que la participación crearía cierto sentimiento de grupo, de equipo.

Es solo imaginación. Y es una pena. Una pena que no vivamos la educación como algo propio en lo que todos podemos participar desde el papel que nos corresponde. Aún así algunos no dejamos (me sumo) de apuntar deseos educativos año tras año.

No me extiendo. Es que en estos días de vuelta al cole he tenido ese cíclico sentimiento de que la educación dedica demasiado tiempo a cuestiones absurdas, nímias o superadas. Desde el lastre de los libros de texto a los deberes, pasando por la prohibición de dispositivos o fotos. Cuando pienso en algo tan importante como la educación, en la que todas las personas deberíamos estar implicadas en el papel que nos corresponde, me gusta pensar en la cocina. Me resulta un buen espejo.

 

Foto de Pixabay con Licencia: CC0 Public Domain

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Nuevas opciones en intermediación laboral

HackajobMás de una vez he comentado aquí sobre la intermediación laboral en el nuevo escenario de la automatización y la economía digital. Considero que, como todas nuestras actividades, está impactada por una tecnología avanzada capaz de redefinir todo su ámbito, desde el cómo se hace o el para qué se hace hasta las nuevas necesidades y servicios que genera. Una redefinición que lo cambia todo, que exige nuevos o distintos profesionales y nuevos o distintos servicios.

En este sentido, desde hace un tiempo, empresas y organizaciones vienen presentando propuestas y servicios de lo más variado tratando de responder a esas nuevas demandas del entorno digital en la selección de personas.

Como he anticipado alguna que otra vez creo que, en este ámbito de los servicios de intermediación, es momento de introducir propuestas arriesgadas que no solo respondan a nuevas necesidades de las empresas y de otras organizaciones, también que aporten valor al proceso y a lo que esas empresas buscan. Cualquier otra alternativa que no sea esta, la de aportar valor, no podrá competir con la automatización.

En esta linea, siempre he tenido en mente la gamificiación, la cualificiación, la valoración social, el ejercicio práctico y cualquier otra propuesta que reduzca tiempos, permita un mejor ajuste entre empresas y candidatos y, sobre todo, permita a las empresas contar con elementos de valoración objetivos y útiles para satisfacer sus necesidades. Por eso me ha gustado mucho la propuesta de Hackajob, la idea que hoy quiero comentar.

Esta plataforma de empleo propone, a mayores de los clásicos servicios de intermediación que permiten a empresas y candidatos entrar en contacto, la realización de una prueba práctica. Se trata de un portal centrado en perfiles informáticos y, concretamente, de programación. A estos les propone un reto semanal de unos veinte minutos de duración en los que deben solucionar un problema de código o alguna acción similar que permite a los profesionales mostrar sus competencias. Los resultados se muestran en forma de tabla de calificación y permite a los responsables de selección contar con información específica, más allá de la que aportan los datos objetivos o estáticos. Es decir, con algo muy sencillo son capaces de realizar aportes de mucho interés:

  • Permiten ver la constancia de las personas y su implicación en la resolución de problemas.
  • Dependiendo de la prueba propuesta, permite conocer la competencia técnica, cuando menos una primera aproximación difícil de tener de otra forma.
  • Al centrar el criterio de selección en la competencia técnica permite relativizar el peso de datos objetivos y prejuicios (edad, origen étnico, experiencia…)
  • Las organizaciones pueden buscar con muy pocos criterios o, más bien, con uno solo, con el de quién es capaz de solucionar un problema de código en un lenguaje concreto.
  • Sirve para identificar profesionales de gran valía y con posibilidades de desarrollo, profesionales a los que les gusta lo que hacen y a los que les apasiona resolver retos.

Desde mi punto de vista una muy buena idea que yo utilizaría como organización y también como candidato. Aunque en este último caso siempre tendría de mano otras herramientas, de esas que empiezan a competir con Glassdoor y a superarla en prestaciones, como Comparably, una vuelta de tuerca para la imagen empleadora de una organización. Otro factor a tener muy muy en cuenta desde ya si la organización quiere contar con los mejores.

En definitiva, en todos los sentidos, un nuevo escenario…