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A vueltas con el CV

El CV es uno de esos temas hiper clásicos de orientación laboral. Un tema con el que en orientación lidiamos todos y cada uno de nuestros días aunque muchas veces lo consideramos una cuestión menor. Incluso lo hemos considerado algo superado. En mi caso ya hace tiempo que comenté que el CV no me parecía la herramienta principal para encontrar empleo ni lo mejor para que una organización conozca a un/una candidato/a antes de una entrevista.

Pero el CV sigue muy pero que muy presente en los procesos de selección y sigue siendo tremendamente importante. De hecho sigue siendo imprescindible.

Aunque muchos llevemos años tratando de matarlo la realidad es que el CV sigue vivito y coleando. Podemos pensar que se ha transformado, que se ha completado, que ha cambiado de soporte o que se ha digitalizado pero sigue ahí en su concepción tradicional. A pesar de que tengamos perfiles profesionales o identidad digital, a día de hoy las empresas siguen solicitando un CV en formato tradicional. Obviamente me refiero a un formato tradicional digitalizado, pero tradicional, con sus apartados prefijados y contenido concreto. Es más, la IA y el software de lectura y análisis de CV’s busca información con palabras y estructura como toda la vida.

Y, a mayores de esa versión digital orientada a que lo lea una tecnología, sigue existiendo la demanda de CV en formato tradicional. Casi que todas las ofertas con las que me encuentro piden el envío de CV’s. No hay empresa que no pida que se le remita un CV a un correo electrónico o a su bolsa de empleo. Y los portales de empleo envían un CV. Casi que no hay oferta sin CV.

Así que mucho de mi trabajo y muchas de las demandas y preguntas que recibo tienen que ver con el CV. Veo un buen número de ellos todas las semanas. Con plantillas, creativos, con información super completa, sin casi información, redactados en términos de vida laboral, con categorías, con colores… y es raro el día que no recibo un CV preguntándome si “así está bien”.

Otras veces no me lo preguntan porque no podrían o no sabrían modificarlos. Muchas personas tienen el CV en el móvil en formato Pdf porque se lo hizo alguien, un/una amigo/a o un programa de empleo. Pero no saben modificarlo y en muchas ocasiones nos cuesta encontrarlo en los dispositivos.

No me voy por las ramas. Porque lo que quiero señalar es que no existen unas reglas escritas en algún libro que digan que “el CV tiene que ser así”. Es verdad que hay una serie de principios que debe cumplir un CV para que cumpla su función: resultar atractivo e interesante para quien nos va a contratar. Y en estos tiempos nuestros, para que pueda superar la criba que hace el software que lo va a analizar.

Pero una vez que el CV cumple mínimamente estas cuestiones, no existe una forma correcta, un “el CV tiene que ser así”.

Sé que no coincido con todo el mundo en este criterio porque atiendo a muchas personas que me dicen que tienen tal o cual cosa porque les dijeron que tiene que ser así. Pero no es cierto, el CV no tiene que ser de determinada manera. De hecho dependerá de lo que queremos y podamos mostrar, algo que es diferente en cada caso en cada persona y en la situación de mercado en la que se encuentre en ese momento.

En mi caso hace mucho tiempo que suelo señalar que lo importante del CV es que te haga sentir cómodo/a con lo que muestra y que puedas defenderlo desde el principio hasta el final. Eso es, en mi opinión, lo importante. ¿ Debe llevar foto ? Depende. Yo creo que no, pero ¿ Tu qué prefieres ? ¿ Lo ves mejor con foto o sin foto ?

En cualquier caso, si alguien precisa repensar su CV y confirmar que tiene un CV ajustado al momento que vivimos nunca está de más verse estos pocos más de dos minutos de Aquí Hay Trabajo donde repasan lo que sí y lo que no debe figurar en un CV en 2025.

https://www.rtve.es/play/videos/aqui-hay-trabajo/no-pongas-tu-cv/16499348/

Describiendo nuestras experiencias: cargo, puesto o categoría profesional

Image credit Alabama Extension on Wunderstock(license)

En mi trabajo como orientador laboral a menudo me plantean cómo mencionar cada una de las experiencias profesionales, concretamente en el CV o en un perfil en Linkedin. La cuestión concreta es saber qué debemos poner exactamente para describir lo que hemos realizado. Las dudas se centran, por ejemplo, en si poner el puesto, la categoría o la titulación.

En este aspecto, muchas personas con experiencia en la administración o aquellas que vienen de ámbitos muy académicos como las universidades suelen ser completamente formales y tratar de referirse a cada experiencia remitiendo a lo que pone en su nombramiento o al puesto concreto, aunque este no diga nada a alguien que no haya trabajado en ese entorno.

Otras personas, habitualmente de sectores en los que la categoría tiene mucho peso, como la construcción o el metal, suelen encabezar cada una de sus experiencias como oficial de 2ª o similar.

Y aún hay aquellas que titulan cada experiencia tal y como el puesto viene referido en el convenio colectivo, aunque esto no se corresponda en absoluto con lo que han hecho.

Pero es esto último lo que importa, lo que realmente hacemos en cada puesto. Es más, lo que importa es el impacto que nuestras acciones, nuestro trabajo, tiene en la organización o en el proyecto. Me explico.

Debemos elegir un buen descriptor para cada experiencia, una denominación que describa de forma lo más concreta posible qué soy (fontanero/a, administrativo/a, docente…) y después describir y explicar brevemente en qué consistía el trabajo.

La forma más habitual de describir las experiencias es enumerar tareas o funciones. Y no está mal. De hecho, dependiendo del caso, puede resultar muy conveniente hacerlo así.

¿ Cuál es el problema ? Que las tareas no nos hacen diferentes. En cada profesión, casi todos hacemos las mismas tareas o son muy similares. Lo realmente diferenciador es lo que conseguimos, lo que logramos y cómo lo hacemos.

Así que las descripciones laborales pueden contener tareas pero resultarán mucho más diferenciadoras y atrayentes en la medida en que señalemos lo que hemos conseguido, en la medida en que podamos mencionar qué aportamos, qué se mejoró o qué cambió tras nuestro paso.

Claro, esto no siempre es fácil. Es más, no siempre es posible. Es especialmente difícil en empleos de poca duración o en experiencias en las que se nos contrata para realizar una sola función, a veces monótona y poco enriquecedora. Pero existen alternativas para otras experiencias que no siempre tenemos en cuenta.

Una alternativa interesante es señalar cualquier tipo de progresión. Por ejemplo, que tras varios contratos temporales la empresa decidió apostar por mí o que empecé con unas funciones muy limitadas y acabé haciendo estas otras. Y esto, las progresiones, el aumento en las funciones y responsabilidades o la mejora de resultados tras cierto periodo de tiempo, son habituales en cualquier trabajo.

Y, aún así, no siempre podremos señalar todo esto. Si no podemos, pues nada, a recurrir a las tareas o funciones. Pero si podemos, mejor que mejor.

Eso sí, huyamos de pensar que lo importante para valorar nuestra experiencia o saber hacer es la categoría profesional, la plaza o el puesto concreto tal y como viene en un convenio o en una RPT.

El CV en nuestros tiempos

ResumeQue el CV ya no es aquello que utilizábamos antes de la aparición de internet, es una obviedad. Hoy no parece que pueda haber mejor CV que nuestra actividad profesional en la red. Las herramientas digitales y la participación en ese entorno forman una imagen de nosotros con la que un documento en formato de texto difícilmente puede competir.

El escenario digital es el lugar en el que mostramos lo que sabemos hacer y en el que las empresas pueden encontrarnos y ver eso que decimos que podemos hacer por ellas. Aún así siguen existiendo muchos momentos en los que precisamos un CV al modo tradicional. No quiero decir que tenga que ser en papel, que igual también, pero si en un formato de resumen curricular que sintetice los datos más importantes. Sigue lendo