Entrevista: Hablando sobre educación, formación y orientación laboral

Ya hace años que realizo actividades de orientación laboral en centros educativos. Habitualmente actividades expositivas y talleres. También alguna que otra mesa redonda y debates. Los centros de educación secundaria o proyectos de formación para el empleo son los lugares a los que suelo acudir, pero es cierto que lo más habitual son los centros de FP. Centros que (aún no deja de sorprenderme) en muchos casos cuentan con cientos de profesores y en torno a mil alumnos.

Todas estas actividades constituyen una de las más satisfactorias facetas de mi trabajo. Mantenerme en contacto con las aulas es realmente motivador y refrescante. Soy pedagogo y en entornos educativos me encuentro como pez en el agua. Poder conversar con las nuevas generaciones, conocer el trabajo del profesorado y de quienes gestionan los centros, ver de primera mano como se desarrollan nuevas propuestas como la Formación Dual, comprobar el compromiso y el empeño del profesorado, de equipos enteros de profesionales de la enseñanaza es, todo ello, un lujo que nunca había pensado disfrutar.

El Faro de Vigo, la prensa local de mi ciudad, se interesó por todo esto que hacemos tratando de acercar el empleo y, en general, el mercado laboral, al ámbito de la educación y la formación. Lo hizo Selina Otero, responsable del suplemento educativo O Faro da Escola que se edita en una versión en papel y otra en digital. Esta segunda es la que yo quería traer aquí. En ella comento algunas cuestiones sobre lo que hablamos en los centros y sobre el papel de la orientación laboral.

Entrevistas de orientación laboral Vs entrevistas de selección

Explicar qué hacemos en orientación laboral tampoco resulta sencillo, aunque pudiera parecerlo. Y si me atengo a lo que las personas buscan en nuestros servicios creo que no hemos sabido explicarlo bien. Aunque puede que no sea una cuestión de explicación. Igual es que no sabemos poner en valor lo que hacemos.

El caso es que hay muchos conceptos equivocados sobre lo que podemos aportar. Hay quien considera que nuestro trabajo consiste en que tenemos una bolsa de empleos para ofrecer a las personas con las que trabajamos. Y si esto no es así, no tenemos ninguna utilidad. Hay quien piensa en nosotros en términos anteriores a internet y cree que tenemos todas las respuestas, toda la información necesaria para encontrar empleo y que conocemos todos los recursos que existen en el planeta. También hay quien nos considera meros burócratas o un incordio con el que hay que lidiar pero que, en realidad, no tenemos ni idea de cómo funcionan las cosas.

Hay, en definitiva, muchas visiones y expectativas que cuando no se cumplen, provocan que nuestro trabajo se vea infravalorado. Entre ellas me gustaría mencionar una con la que me he vuelto a topar en los últimos meses, en concreto con personas y empresas que realizan ofertas de empleo.

Muchas empresas y algunos profesionales que se dedican a buscar y contratar personas creen que hacemos entrevistas de selección. Y, claro, esto es lo que buscan en nosotros, que seleccionemos personas en función de criterios de competencias y/o actitudes (con valores aún no he tenido ninguna experiencia).

Cuando tratamos de explicar que no hacemos eso, viene la consiguiente decepción. Y con ello la infravaloración de nuestro trabajo: Y si no hacéis eso ¿ Qué hacéis ?

Creo que el hecho de realizar entrevistas individuales como estrategia principal debe dar lugar a confusión. Muchas personas piensan que realizamos entrevistas de selección. Pero no, las entrevistas de orientación no son entrevistas de selección. Las entrevistas de orientación pueden ser de distintos tipos (de acogida, iniciales, de seguimiento, de apoyo…) pero las primeras, las que podemos denominar de diagnóstico tienen un objetivo distinto al de la selección de personas.

Nuestras entrevistas en ningún momento pretenden casar los criterios de un empleo, puesto o empresa con las características (competenciales o de otro tipo) de una persona. El objetivo es bien otro, el de conocer la situación de la persona frente al mercado laboral y, en la medida de lo posible, anticipar qué hacer (también cómo) para llegar al empleo en el menor tiempo posible.

En este sentido podríamos decir que el objetivo de la entrevista es determinar las seguientes variables:

  • Disponibilidad: variable que considera las posibles limitaciones de jornada y/o movilidad geográfica que presenta la persona para poder acceder a una ocupación, en función de circunstancias personales objetivas. La disponibilidad es, por lo tanto, un valor objetivo único de la persona y no varía en función de la ocupación.
  • Ocupabilidad: variable que considera la tendencia, probabilidad o frecuencia con la que existen ofertas de una determinada ocupación que explora la persona en su entorno de búsqueda. Por lo tanto, para cada ocupación que explore, la persona podrá tener una ocupabilidad diferente.
  • Empleabilidad: variable que considera el nivel de ajuste del perfil de la persona al que se requiere para acceder a la ocupación que busca. Por lo tanto, para cada ocupación se podrá tener una empleabilidad diferente.

Como es fácil suponer en una entrevista se puede obtener información que permite ir más allá del diagnóstico de estas variables. Pero, con vistas a determinar las posibilidades de acceso a un empleo o las necesidades a cubrir para lograrlo, estos factores son elementales.

Para este trabajo la orientación laboral está esperando (en mi caso deseando) que se implanten herramientas de perfilado que puedan ayudarnos a conseguir mejores resultados, más efectivos y eficaces. Aunque con cambios, parece que la idea no se ha abandonado. Pero, mientras no se concreta, seguiremos diagnosticando las posibilidades de empleo de las personas y apoyándolas y respaldándolas en un proceso casi siempre difícil.

Miedo y búsqueda empleo

En el tema Todos contra el cielo de su último y fantástico disco Nacho Vegas dice “El miedo es ya nuestra sensación más transversal”. Y no le falta razón. El miedo ha conseguido instaurarse en y entre nosotros. El miedo condiciona (lo atenaza realmente) nuestro comportamiento y sirve de justificación a múltiples desmanes que consentimos sin el más mínimo cuestionamiento. Pero, ¿ Qué sucede con el miedo en el mercado laboral ? ¿ Está presente ? ¿ Nos condiciona ?

Yo creo que si. En mi experiencia el miedo tiene una presencia total en la vida de las personas y condiciona sus decisiones de forma evidente. Es más, creo que es el factor que más influye en la toma de decisiones de futuro profesional.

Como sabemos, el miedo tiene un objetivo fundamental para nosotros: nuestra supervivencia. En nuestra vida, en el trabajo, nos da la necesaria dosis de prudencia. No tener miedo no es nada aconsejable. De hecho es imposible no tener miedo o, cuando menos, es imposible anular los mecanismos que nos mantienen alerta. Pero cuando el miedo supera esos límites, cuando es permanente, cuando resulta atenazante o incluso paralizante, nos encontramos con un problema.

El miedo al trabajo en si mismo se llama Ergofobia y puede llegar a causar muchos problemas a quienes no son capaces de superarla. A mayores de la fobia general podemos encontrar muchos tipos de miedo. Pilar Jericó habla de cinco tipos de miedo en el trabajo con uno que los incluye a todos: el miedo al cambio. Porque eso es la consecuencia primera del miedo, nos impide hacer cosas que no sean protegernos (correr, luchar, quedarse paralizado…). Es instintivo.

Además del miedo general al trabajo, el miedo a determinadas situaciones, al fracaso o al rechazo, existen miedos específicos a cada situación laboral. Efectivamente podemos sentir el miedo al trabajo en si mismo. Pero también sentimos el miedo al desempleo, el miedo a la búsqueda de empleo o el miedo a no encontrarlo. A ese miedo, al que refiere a perder el trabajo y a no encontrar otro es al que querría referirme hoy.

En mi día a día es el que más me encuentro. Es más, me lo encuentro de forma casi permanente. Las personas enfrentan su futuro profesional desde esa premisa básica, desde el miedo a no encontrar opciones que nos permitan pagar nuestro sustento y el de quienes dependen de él. Y, como decía antes, creo que este miedo cumple una función básica de mucha utilidad. Pero también puede convertirse en algo atenazante y casi patológico.

¿ Cómo lograr que este miedo no condicione de forma determinante todas mis decisiones en los procesos de búsqueda de empleo ?

No soy psicólogo y no puedo tratar el tema desde una perspectiva terapéutica. En caso de que la situación tenga ese carácter patológico, la respuesta debe ser la terapia. La terapia cognitivo conductual parece la forma más eficaz de vencer un problema de miedo de los que no puedo superar. ¿ Como detectar esto ? Acudiendo a un / una profesional que nos diga si realmente estamos ante una situación patológica o no. En cualquier caso, síntomas como una ansiedad incontrolable (el origen de la ansiedad es el miedo) debería ser suficiente para solicitar un diagnóstico.

Pero si no hablamos de un problema patológico sino de un condicionante, de algo que si podría controlar, podemos mencionar algunas formas de hacerlo.

1.  Asumir la responsabiliad de nuestro desarrollo profesional.

No sé por qué (o puede que si, pero me daría para otro artículo) las personas tendemos a no coger las riendas de nuestro futuro profesional. En general solo buscamos empleo cuando perdemos el puesto de trabajo. Es más, solo pensamos en nuestro desarrollo profesional y en el futuro a medio plazo cuando vemos nuestro empleo peligrar de forma seria. Es la situación la que nos hace reaccionar y actuar. Y mientras eso no se produce, no hacemos nada.

2. Asumir que nuestro sistema de alerta está siempre funcionando y eso no es malo.

El miedo a las situaciones desconocidas o novedosas es normal y no podemos no tenerlo. Es preciso reconocerlo y aceptarlo.

Es preciso hacer consciente nuestro miedo y reconocer que viene de situaciones pasadas. Son almacenados en el tiempo y responden a situaciones del pasado que hemos ido guardando como amenzas a nuestra superviviencia.

Es posible que hayamos estado antes en desempleo. Y si no es así conocemos experiencias en este sentido. Lo normal es que nos dé cierto miedo.

3. Convencernos de que los miedos se vencen.

Seguro que tenemos un buen montón de experiencias de miedos que hemos vencido. Podemos enfrentar los miedos. Puede que ya hayamos estado en desempleo o que conozcamos a personas que han pasado por esa situación. De la misma forma seguro que hemos superado situaciones similares o hemos visto cómo otras personas lo han hecho.

4.  Actuar.

Probablemente lo hagamos con cierta inseguridad, con nerviosismo o dudas. Pero actuar es lo que nos permitirá comprobar que “no pasa nada”, que puedo gestionar la situación. Y nos permitirá ganar en seguridad. Además, en esta vida podremos arrepentirnos de haber hecho algunas cosas pero es más que probable que nos arrepintamos de lo que no hemos hecho.

Yo estoy convencido, como la micropoetisa Ajo, de que “no hay peligro suficiente para tanto miedo como tenemos”.

Imagen de Anita Hart bajo licencia Creative Commons.