Arquivos da etiqueta: Trabajo

Confinamiento y futuro de la actividad online: Recopilación

Recopilando eventos y contenidos y renovando recursos

Nuestro trabajo ya no será igual

Durante las semanas de confinamiento sufrí, como la mayoría de las personas que conozco, el exceso de reuniones y llamadas virtuales. Una saturación parecida a la que sucede con la información, que si es excesiva se convierte en infoxicación.

Pero también es cierto que todo aquello supuso que muchas personas, habitualmente reacias a utilizar recursos digitales, se sumaran sin inmutarse. Y, claro, pudimos comprobar cómo no solo no se perdía nada sino que se ganaba mucho.

En mi caso concreto ví como se me abría la opción de realizar tutoriales, seminarios (lo que suelen llamar webinars), mesas redondas, clases, entrevistas de orientación o conferencias como nunca me había pasado. Y es que hasta ahora pocas opciones había tenido para hacer talleres, formación, entrevistas o coloquios online.

Tengo una experiencia nada lejana en la que tuve que desplazarme a un aula para hacer una exposición física y con público que iba a ser retransmitida online a otras sedes. Hoy suena ya raro pero en aquel momento parecía normal que unas veinte personas y yo fuéramos a un punto de Galicia a celebrar una sesión mientras una buena parte del público la veía online. Cuando propuse que pudiéramos hacerlo todo online evitando todos los desplazamientos la respuesta fue la que fue: Imposible.

El trabajo ya no es un lugar al que vamos

No sé cómo quedará el futuro y el impacto que lo online tendrá en nuestro trabajo, pero parece que situaciones como la que menciono no volverán a suceder. Es más, creo que los servicios que damos (la formación por ejemplo), ya nunca volverán a ser del todo presenciales. En mi caso concreto asisto a una formación dos días a la semana que me rompe dos tardes por completo. Desde que las hacemos online saco mucho más provecho. Cuando la profesora dijo, “a ver si pronto podemos volver al aula”, mi respuesta fue, para mí, obvia: Yo no voy a volver.

Creo que esto nos lo vamos a encontrar en todas las actividades. Hasta Linkedin lo cree y genera un espacio para los trabajadores pues entiende que realizar nuestras funciones en remoto será lo habitual. Los servicios que damos, especialmente en el ámbito formativo o en los servicios de asesoramiento y apoyo no tendrán un lugar físico como referencia. Nuestros clientes han comprobado todo lo que aportan los servicios en remoto y será muy difícil que no nos reclamen los nuestros de forma online.

Pequeños cambios

Esto también me obliga a pequeños cambios aquí en el blog. Hasta ahora en el menú principal había una pestaña denominada Eventos. Me servía para señalar algunas experiencias interesantes en jornadas, mesas redondas, talleres y propuestas similares. Esta pestaña se llama ahora Eventos y actividades online. Entiendo que a partir de ahora deberá reflejar eventos físicos y actividades online. Apuesto, además, a que los segundos serán mucho más numerosos.

Aprovechando este cambio, me ha parecido interesante empezar por mostrar algunas de las actividades de orientación y empleo que he realizado durante los meses de confinamiento y los posteriores. Digo algunas porque otras, las realizadas con centros de formación o mis actividades habituales de orientación, se quedan en el ámbito interno y privado que les corresponde. Además creo que recapitular es una muy buena forma de empezar este último tramo del año.

Recopilación de actividades y contenidos online

Webinar de Imagen profesional digital y búsqueda de empleo con la Fundación Santa María La Real.

Tutoriales sobre Linkedin difundidos periódicamente en la cuenta de Twitter de la Concellaría de Emprego do Concello de Vigo. Varios capítulos: , , 3º, 4º, 5º, 6º, , , .

Presentación de Comunidad Orienta en Interconexiona. A partir del minuto 40:00

Podcast sobre el mercado oculto del empleo. Una breve (30′) pero para mi muy grata conversación con Santiago Cruz en su espacio de recolocación profesional LinkaCV.

Podcast sobre el mercado laboral tras el impacto de la crisis generada por el coronavirus en Quora. Otra muy placentera conversación, en este caso con Patricia Vera, en la red en la que más tiempo paso en los últimos años. Quora es una propuesta, desde mi punto de vista, con un gran potencial en muchos ámbitos y especialmente en empleo y en relación a nuestra imagen profesional. Desde hace tiempo participo activamente generando respuestas y artículos, con un espacio propio sobre Linkedin y también he estado en alguno de los encuentros de usuarios que promueven. Es por esto que la conversación me hizo especial ilusión. Puede escucharse en Apple Podcasts, Google Podcast, en Ivoox y en Spotify,

Video podcast con Antonio Montoya. También hablamos sobre el mercado oculto y las dificultades de acceso al mismo pero, fundamentalmente, sobre las posibilidades de Linkedin y sobre el papel de las competencias digitales en la búsqueda de empleo y en el propio ejercicio profesional. La web de Antonio es de un dinamismo y de un lujo de contenidos que más que recomendable se me hace imprescindible. Y conversar y colaborar con él ha sido una experiencia muy agradable. Antonio es uno de esos profesionales que te hacen fáciles las cosas, que genera buen clima y te hace sentir bien.

Un amigo de Antonio, amigo común, me dio la oportunidad de participar en su nueva propuesta. Hablo de Victor Candel y de su Great Professional, su propuesta de entrevistas semanales online. Las emite en directo todos los jueves y cuenta con un abanico excepcional de profesionales de RRHH y empleo. Para mí fue un verdadero placer participar. Victor es una fuente inacabable de información de calidad, un amigo y un profesional de una generosidad sin límites, una de las personas más interesantes que la red me ha permitido encontrar. Durante la conversación, que puede verse y escucharse en Youtube, iTunes y Spotify, hablamos sobre los servicios públicos de empleo, sobre orientación laboral, inclusión digital y búsqueda de oportunidades profesionales.

Y, por último, no quiero dejar de mencionar mi participación en el Foro sobre Fenda Dixital (Brecha Digital) con EAPN Galicia (European Anti Porverty Network). Fue un foro de debate interno para concretar medidas en el ámbito de la lucha contra la exclusión digital. Aunque por ese carácter interno no se ha publicado el encuentro como tal, refiere a una cuestión que considero clave en mi quehacer profesional y de la que seguiré hablando con toda seguridad en este blog. Siempre es un lujo poder participar con Eapn y aprender cómo contribuir a vivir en un mundo en el que la pobreza, la exclusión o la discriminación no existan.

El valor de las profesiones

Fotografía de Marcos de Madariaga bajo licencia Creative Commons

Una cuestión que parece haber quedado clara en los días de pandemia es el equivocado valor que damos a las profesiones en el mercado laboral. No me refiero al valor que deriva de la relación entre oferta y demanda. Como es obvio el valor que se deriva de la relación entre oferta y demanda cambia con el tiempo. La de herrero era una profesión con mucha demanda y hasta clave en el mundo en el que los caballos ocupaban un papel determinante. Hoy su valor y demanda es la que es.

Pero hay otro valor que no depende tanto de la oferta y la demanda, el valor que subjetivamente damos a determinadas profesiones frente a otras. Me refiero a que, hasta ahora, hemos dado mucho valor a quien es capaz de generar riqueza para unos pocos, pero damos escaso valor a quien genera riqueza para la mayoría, para la sociedad.

Las personas que cuidan de los demás

Sí, estoy hablando de las personas que cuidan a los demás y de quienes se encargan del bien común. Hablo de todas esas profesiones que van desde quien limpia hasta quien cuida y que han sido reconocidas durante esta pandemia. En algunos casos creo que hasta podríamos decir que han sido descubiertas, o esa sensación tengo yo. Parece que hay quien no era consciente ( y parece que siguen sin querer serlo) de que el mundo del trabajo, y el mundo en general, funciona gracias a una parte importante de sus mujeres (y algunos hombres) que asumen las tareas de cuidado de los otros. Algunas veces cobran por ello. Otras lo hacen “porque les toca”.

Quienes cobran por ello, profesionales que se encargan de cuidar a nuestros mayores, a nuestros niños, a nuestros enfermos, a quienes necesitan apoyos específicos de todo tipo, lo hacen habitualmente en condiciones de absoluta precariedad. Y también de absoluta infravaloración por parte de todos nosotros.

Cuando generalizamos no somos precisos. Pero no corremos ningún riesgo si decimos que las personas que trabajan en la sanidad o en residencias sufren una altísima temporalidad junto a otras condiciones impropias del valor de su trabajo. Y no, de salario tampoco van nada bien. Ni en España ni en otros países donde incluso están peor.

¿ De dónde hemos sacado esto ? ¿ De dónde ha salido la idea de que quienes limpian en un hotel o en una residencia, quienes cuidan de mayores y de personas con discapacidad hacen tareas poco cualificadas y de poco valor que no merecen un salario alto ? Más concretamente ¿ Cómo hemos llegado a convencernos de que estas personas deben cobrar menos que un agente de bolsa que genera riqueza (mucha, eso sí, pero puramente monetaria) para unos pocos ?

Profesiones o funciones que pierden valor

Junto a la reivindicación del trabajo de quienes cuidan a los demás, también se ha defendido el papel de otras profesiones como cajera o transportista. En estos casos, en cambio, creo que la pérdida de valor objetivo de estos empleos en los últimos años es evidente. El trabajo de cajera, no solo en supermercado, en cualquier establecimiento, es un puesto de poco valor real, salvo que implique más funciones. Pasar productos por un escáner tiene poco valor. Y coger y devolver monedas también. Así era antes de la pandemia y así será después. O aportamos más valor o no será un trabajo por el que nos paguen bien ni pueda darnos desarrollo profesional.

Y con esto no le quito ningún mérito al trabajo que han hecho y al riesgo que han asumido durante los días de confinamiento. Ha habido personas como dependientes, cajeros, taxistas, conductores de autobús, repartidores, fontaneros… que se han jugado su salud por los demás. Pero, obviamente, no estoy hablando de esto, solo estoy hablando de empleo, de cómo determinadas funciones pierden valor y, o bien se completan y evolucionan o desaparecen.

En mi caso hace mucho tiempo que procuro no orientar para empleos de poco valor. Pero, claro, no es fácil. Las personas tienen necesidad de trabajar en el corto plazo (espero que el Ingreso Mínimo Vital contribuya contra esto). Además, aún hay empresas que insisten en que formemos a las personas en manejar una TPV.

Pero no, eso no tiene valor. Eso solo es una función. Como profesión tiende a desaparecer salvo que vaya acompañada de otras competencias y funciones (asesorar, informar, resolver problemas de gestión, responsabilizarse de pedidos, suministros y calidad…)

Qué podemos esperar y qué podemos buscar

Hace tiempo que la psicología habla de cómo utilizamos la información para reafirmar nuestros pensamientos y opiniones (sesgo de confirmación o la asimilación sesgada y el efecto retroceso) no para cambiarlas. Quizá por eso yo creo que esta crisis ha acelerado procesos que a algunos nos resultaban evidentes. La economía, el mercado laboral, nuestra relación con el mundo, con el planeta, no se sostiene y resulta perjudicial para nosotros mismos. Debemos desacelerar y pasar de una economía de valor especulativo a una economía de valor real.

En este marco, en el de la desaceleración hay una necesidad evidente: debemos trabajar menos. Si no trabajamos menos será imposible desacelerar. 

En mi caso trabajar menos ha sido mi objetivo primero desde el inicio de este año. Me cuesta conseguirlo, pero me afanaré en ello. Eso sí, no escatimaré ni una hora en reclamar mejores condiciones para todas las personas que se dedican al cuidado de los demás, sea limpiando, sea dando apoyo psicológico o en la sanidad. Mejores condiciones contractuales y también un mayor reconocimiento social. Es lo justo y se lo debemos. Pero no solo por estos meses, se lo debemos desde siempre.

¿ Políticas activas de empleo para trabajar menos ?

El trabajo en el S. XXI

Work Less

Hace tiempo que enfrento una paradoja (muchas en realidad). Por una parte me encanta dedicarme a la promoción del empleo. No solo me satisface, también lo siento como muy necesario. Todos los días trabajo con personas que necesitan un empleo. Por razones económicas, por razones sociales y por razones emocionales.

Por otra parte, soy un convencido de que ya no es necesario que el trabajo ocupe tanto tiempo de nuestra vida. Es más, soy de los que creen que el factor trabajo ha venido reduciendo su peso en la economía y en la sociedad en general. Bueno, esto no es una creencia, es un hecho. Las rentas del trabajo han ido perdiendo peso relativo frente a las rentas del capital, algo que afecta negativamente a la distribución y a la cohesión social.

La idea de que podemos trabajar menos no es nada original. Hay muchos pensadores que creen que estamos en el momento en el que podemos plantearnos trabajar menos, puede que mucho menos, y vivir mejor. Incluso Linkedin sitúa la propuesta de trabajar menos como la primera Gran Idea de su lista de tendencias para 2020. Parece, pues, que hemos logrado la tecnología necesaria para contar con la suficiente productividad como para trabajar menos.

La evolución tecnológica nos ha permitido superar las más terribles escenas del industrialismo, aunque eso no quiere decir que hayamos generado entornos suficientemente sanos. Sencillamente vivimos un mundo laboral con otros entornos que también tienen sus consecuencias negativas. Y, con todo, la consideración que se tiene del trabajo sigue siendo completamente desproporcionada y perjudicial para nuestro bienestar. Las personas que pasan la mayor parte de su tiempo vital trabajando pueden ser millonarias, consultoras o analistas financieras, pero se diferencian muy poco del trabajador de las fábricas del S. XIX. Son objetos económicos cuya vida solo tiene valor en términos del trabajo que realiza. Trabajar menos significa vivir mejor.

Propuestas y experiencias

Sea como sea, lo que sí es cierto es que no nos hemos planteado la tecnología para trabajar menos. Nos la hemos planteado para aumentar la productividad y reducir gastos. Así que ¿Por qué no nos planteamos que ya vivimos en un mundo con tecnología suficiente para trabajar menos y dedicarnos a otras actividades que nos satisfagan más o sean socialmente necesarias? En este sentido empiezan a aparecer en nuestro país (y en otros) las primeras propuestas políticas que buscan que trabajemos menos.

Este planteamiento encuentra críticas. Críticas más agudas cuando se hacen en la pequeña dimensión que supone una organización, una empresa. Cuando alguien propone reducir las jornadas, enseguida surge la pregunta sobre cómo se cubrirá la pérdida de horas de un/una trabajador/a. Reducir la jornada cobrando igual supone aumento de costes laborales, lo que puede llevar a un mayor desempleo. Y es verdad, será preciso planificar cómo hacemos eso. Pero los resultados de las investigaciones parecen respaldar la propuesta por el aumento de la productividad, a mayores de otros beneficios como la reducción de gastos o de bajas por enfermedad. Incluso hay quien llega a reducir las jornadas a 25 horas sin restar cotizaciones o salario y se mantienen como organizaciones rentables.

En general las experiencias de empresas que se animan a probar reducciones de jornada se están encontrando con resultados tremendamente positivos. La prueba realizada este año por Microsoft en Japón obtuvo conclusiones espectaculares. Reduciendo de cinco a cuatro días la jornada semanal la productividad aumentó un 40%, además de lograr otros ahorros como de electricidad o de generación de residuos.

En España empresas como Inditex han anunciado semanas más cortas eliminando la tarde de los viernes. Otros estudios hablan del aumento de la productividad en jornadas de seis horas frente a las de ocho, permitiendo reducir el número de reuniones y tareas inútiles o poco productivas.

A estas experiencias y propuestas habría que añadir otras cuestiones que nos muestran la necesidad de repensar las horas que dedicamos al trabajo. La emergencia climática reducirá el número de horas que podremos dedicar a trabajar. Y el trabajo en remoto permitirá (ya lo hace) a más personas y en más profesiones ejercer muchas horas de su labor sin desplazarse. Es más las posibilidades del trabajo en remoto aún están por desarrollarse

¿ Para qué reducir las jornadas laborales? ¿ Para qué hacerlo de forma planificada ?

La jornada de ocho horas no fue algo planificado. Fue el fruto de la lucha sindical. Igual que cualquier otra conquista social tiene sus bases en la lucha de las personas por lograr mejoras. En este caso, en cambio, podríamos llegar a un nuevo mundo laboral de forma planificada, lo que no solo tendría menos costes en todos los sentidos, también podría resultar más eficaz.

Pero ¿ Para qué deberíamos hacer eso ? ¿ Deberíamos trabajar menos solo porque podemos ?

La respuesta podría ser afirmativa. Si podemos trabajar menos, ¿ Por qué no vamos a hacerlo ? Pero sería incompleta. Y es que debemos trabajar menos porque lo necesitamos. Reducir las jornadas laborales es el único camino para lograr enfrentar labores como el cuidado de los otros. Y el único camino para lograr mayor corresponsabilidad y vivir mejor. De hecho, los países en los que las personas son más felices (sí, un término denostado por el uso, pero si no buscamos la felicidad qué sentido tiene todo) son aquellos en los que menos horas se dedican a trabajar.

Educar a nuestros hijos, cuidar de nuestros mayores, de aquellos que precisan ayuda y apoyo de forma constante, es algo que necesita tiempo. No, no se trata de crear “guarderías” o de ampliar el horario de las escuelas para que padres y madres puedan ir a trabajar. Se trata de garantizar que los padres y las madres cumplan su papel con el tiempo que esto precisa. Y lo mismo para cualquier otra situación de cuidado y acompañamiento que no sean los hijos.

Y aunque no cuidemos de alguien o no dediquemos nuestro tiempo fuera del trabajo a alguna causa, trabajar menos también se va haciendo necesario para la productividad y la eficacia profesional. Dedicar más tiempo a nuestras aficiones nos convierte, por ejemplo, en profesionales más creativos, una competencia imprescindible en el marco laboral actual. No tenemos dos vidas, no somos dos personas distintas. Lo que hacemos en lo personal influye en lo profesional y viceversa.

Razones suficientes

Así que, desde mi punto de vista, tenemos razones suficientes para planificar un futuro próximo en el que trabajemos menos. Con lo cual… ¿ Debemos contar con políticas públicas que preparen a las personas para esta nueva realidad ? ¿ Debemos cambiar el concepto de las políticas activas de empleo ?

Yo creo que sí, que debemos generar políticas que busquen garantizar una mayor igualdad de acceso a la educación o a bienes y servicios en un entorno en el que muchas personas trabajarán menos.

En este escenario, ¿ Qué opinas ? ¿ Deberíamos planificar nuestras políticas de empleo para trabajar menos ?

Imagen: Reuben Whitehouse en Flickr. Bajo licencia creative commons.