El CV en nuestros tiempos

ResumeQue el CV ya no es aquello que utilizábamos antes de la aparición de internet, es una obviedad. Hoy no parece que pueda haber mejor CV que nuestra actividad profesional en la red. Las herramientas digitales y la participación en ese entorno forman una imagen de nosotros con la que un documento en formato de texto difícilmente puede competir.

El escenario digital es el lugar en el que mostramos lo que sabemos hacer y en el que las empresas pueden encontrarnos y ver eso que decimos que podemos hacer por ellas. Aún así siguen existiendo muchos momentos en los que precisamos un CV al modo tradicional. No quiero decir que tenga que ser en papel, que igual también, pero si en un formato de resumen curricular que sintetice los datos más importantes.

Somos más que un CV. Pero, ya sea en un formato digital o en un formato tipo Pdf, seguimos precisando un instrumento en esta linea porque nos lo siguen demandando en los procesos de selección. Tanto que en mi trabajo me resultan habituales las consultas referidas a cómo se hace hoy un CV.

Como sabemos, no hay nada escrito a modo de ley. De hecho el buen CV es, sencillamente, aquel que funciona, aquel con el que me siento cómodo/a.  Pero si es cierto que hay algunos principios básicos de los CV. Y de estos principios básicos muchos han cambiado en estos años. Estos son algunos de los que yo señalaría:

Dar demasiada relevancia a los datos personales

Es verdad, las empresas buscan personas de cerca de su entorno. La movilidad geográfica en España es baja y el dónde se reside es, lamentablemente, un factor que cuenta en un proceso de selección. Pero esto no debe llevarnos a darle un peso excesivo en la información que ofrecemos. En principio las empresas están buscando a personas que resuelvan determinados problemas concretos. Esa es la información que debemos resaltar, no la que refiere a mis datos  de contacto o a otros de carácter puramente personal. Y menos en un contexto en el que buscamos dar pasos adelante contra la discriminación con medidas como el CV ciego.

Empezar (o acabar) el documento con con un objetivo profesional

Las empresas no están especialmente interesadas en nuestros objetivos. Cuando menos, no en un primer momento. Están intentando cubrir sus necesidades. Además, en general, no añade un valor especial a nuestra propuesta.

Mejor una definición profesional que un objetivo propio. Una definición profesional que exponga lo que sé resolver, lo que aporto y, si puede ser, que se relacione con la oferta de empleo o con la empresa a la que nos dirijimos.

No optimizar los CV o los perfiles para los ATS

Hoy por hoy los ATS (Application Tracking Systems) el software que se utiliza para leer y cribar candidaturas, está al orden del día. No tener esto en cuenta puede restarnos muchas posibilidades.

Los ATS suelen buscar como criterios principales por palabras clave, por alguna competencia o por los años de experiencia. Parece importante tener esto en cuenta y, por ejemplo, intentar hacer figuarar aquellas palabras clave de una oferta, de un puesto o de mi ámbito profesional

Ah ! Y pensarse mucho lo de incluir campos tipo tabla, fuentes extrañas o palabras en formato de imagen. En muchos casos no podrán leerlos.

Listar tareas generales y no logros u objetivos

Hace años que tratamos de completar los “titulares” de cada experiencia laboral (Puesto+empresa+fecha) con una pequeña descripción. Lo más habitual es listar funciones o tareas. Y no está del todo mal. Incluso en algunos casos no nos quedará más remedio que hacerlo así.

Pero lo que de verdad aportará valor es mostrar el impacto que mi trabajo tuvo en cada experiencia. Si, me refiero a cuantificar o, en su defecto, a mostrar mi progresión o la progresión de la organización mientras estuve allí. A las empresas les gusta ver resultados conseguidos o logros.

Un aumento de las ventas, de los clientes atendidos o de la penetración de un producto son ejemplos claros. También el aumento del presupuesto, de la financiación o del volumen de negocio.

Cuando esto no es posible quizá si podamos referirnos a avances en nuestro desarrollo profesional en la organización. Por ejemplo, empecé asumiendo “tales tareas o responsabilidades” hasta llegar a “tales otras”. Incluso cuestiones como el aumento progresivo de las horas de contratación o una concatenación de contratos puede ser presentadas como un logro. La idea es decir que aportamos algo concreto, qué mejoramos o qué progresamos, decir que en las anteriores empresas se confió en mi y me permitieron crecer.

Incluir información relevante para el puesto al que se dirige y evitar la irrelevante

El propósito de un currículum es mostrar que podemos aportar mucho a un puesto o a una organización concreta. Y lo podemos hacer porque contamos con las competencias, la experiencia o la formación para el mismo. Y eso es lo que hay que mostrar. Poco más.

Así que es preciso centrarse en responder a lo que se pide en la descripción de una oferta. En caso de que no haya una oferta publicada un buen ejercicio es analizar las ofertas que se publican. Lo que solicitan habitualmente es lo que debemos mostrar.

Esto tampoco es siempre posible. A veces no se cuenta con todos los requisitos, con las competencias o con los años de experiencia que se están demandando. En estos casos es preciso ver cuales son mis puntos fuertes, aquellos elementos de mi CV que puedo relacionar con el ámbito de trabajo o con el puesto. El CV y nuestra búsqueda de empleo en general debe descansar sobre nuestros puntos fuertes, sobre nuestras fortalezas. Aunque dicho así parezca obvio, no es tan habitual.

Y si aún queremos completar estas ideas, el gran Alfonso Alcántara señala otras bien interesantes en poco más de cinco minutos.

Imagen de Flazingo Photos bajo licencia Creative Commons

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6 reflexións sobre “El CV en nuestros tiempos

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